Elaborados con frutas de estación e insumos orgánicos, El Hada Pociones Mágicas propone interesantes sabores
El comienzo de esta historia se puede situar en la boda de Ale y Frank, en abril del 2009. Y un regalo –una máquina para hacer helados – puede ser el detonante. Ale, al recibirla, empezó a preparar helados. Luego, como quien no quiere la cosa, empezaron a venderse en el café Arábica en Lima. Hoy los venden en Cusco, en un mágico local de la calle San Juan de Dios, a media cuadra de la plaza Regocijo. El nombre del lugar: El Hada Pociones Mágicas.
Con un sombrero de copa, Frank cambia las flores. La tienda tiene recién unos meses, pero ya en la ciudad parece que todos la conocen. La mayoría del público es local, no turistas, lo que la pareja encuentra importante porque así no dependen de clientes que vienen y se van. Siempre tienen ocho helados que ofrecer. A veces cambian los sabores. La lógica para esto se basa en dos factores: lo que le provoca preparar a Ale y los frutos que ofrece la estación. Todos los insumos que usan son orgánicos. Frank será categórico: no por ser hippies sino porque es más rico y saludable.
Alessandra Pinasco estudió Literatura, se dedicó un tiempo al periodismo y es repostera autodidacta. Su esposo, Frank Cebreros, es ingeniero de sonido, cocina desde chico –a los 8 preparó una cena con carta incluida para sus padres– y estudia las propiedades de los helados. “Queremos diseñar helados para generar una experiencia”, dice Frank. “La finalidad es proporcionar felicidad”, agrega Ale.
¿Por qué decidieron venir al Cusco y buscar no solo local, sino casa? Porque es el corazón del Perú, dice Ale. Sus helados ya se venden en Lima –van líquidos– la hermana de Frank los recibe y se encarga de todo allá. Están pensando abrir otro local en Arequipa; quizá uno también en Lima. Hacerlo más adelante en Colombia no les parece descabellado. Descabellado sería pretender que no sueñen con eso.
(FUENTE: DIARIO "EL COMERCIO")
Con un sombrero de copa, Frank cambia las flores. La tienda tiene recién unos meses, pero ya en la ciudad parece que todos la conocen. La mayoría del público es local, no turistas, lo que la pareja encuentra importante porque así no dependen de clientes que vienen y se van. Siempre tienen ocho helados que ofrecer. A veces cambian los sabores. La lógica para esto se basa en dos factores: lo que le provoca preparar a Ale y los frutos que ofrece la estación. Todos los insumos que usan son orgánicos. Frank será categórico: no por ser hippies sino porque es más rico y saludable.
Alessandra Pinasco estudió Literatura, se dedicó un tiempo al periodismo y es repostera autodidacta. Su esposo, Frank Cebreros, es ingeniero de sonido, cocina desde chico –a los 8 preparó una cena con carta incluida para sus padres– y estudia las propiedades de los helados. “Queremos diseñar helados para generar una experiencia”, dice Frank. “La finalidad es proporcionar felicidad”, agrega Ale.
¿Por qué decidieron venir al Cusco y buscar no solo local, sino casa? Porque es el corazón del Perú, dice Ale. Sus helados ya se venden en Lima –van líquidos– la hermana de Frank los recibe y se encarga de todo allá. Están pensando abrir otro local en Arequipa; quizá uno también en Lima. Hacerlo más adelante en Colombia no les parece descabellado. Descabellado sería pretender que no sueñen con eso.
(FUENTE: DIARIO "EL COMERCIO")
No hay comentarios:
Publicar un comentario